El avión de papel no tenía un diseño excesivamente complejo. Era sencillo,
como los que solían hacer los críos en el orfanato. Apenas tres pliegues,
rectos y sin florituras, lo suficiente para convertir la hoja en un objeto
volador plenamente funcional.
Era la primera vez desde hacía semanas que Ceniza volvía al exterior. El
aire fresco le había sentado bien y a todas luces, a pesar del titánico
esfuerzo de Morgan, su pequeño mundo en miniatura carecía de muchas de las
cosas que ofrecía el mundo real.
Echaba de menos su casa, a Damian, las noches de música y los paseos
interminables por las calles.
El avión impactó contra su pecho cuando llevaba apenas un par de horas fuera,
visitando de nuevo la ciudad. Era relativamente temprano y en un día festivo
como aquel la gente no sentía un especial interés por pisar la calle.
Ceniza desdobló la hoja de papel, con cierta curiosidad. Tatuada de arriba
a abajo con letras de trazo fino y elegante, rezaba alguna clase de poema, de
ritmo roto y métrica inexistente que tanto se estilaba en los círculos del
limbo
A raíz del viento, puñal de papel. ¿Acaso no sientes frío? Está bien en
cualquier caso, pues significa que estas vivo. O como poco, agonizante. Víctima
trágica de una comedia sin gracia alguna, drama individual rasgado del libro de
una sociedad colectiva.
Si acaso alguna vez te sentiste solo, solamente, búscame.
Morgan
Ceniza miró hacia arriba, hacia el vértice de un imponente edificio de oficinas,
donde colgaban las piernas de un hombre, de figura escuálida y desgarbada, que
lanzaba distraído un avión tras otro al viento, recortándose contra un cielo
grisáceo.
No fue difícil burlar al portero, que dormitaba en recepción sin reparo
alguno a ser descubierto. Ceniza tomó el ascensor a la azotea sin dudar demasiado,
saludando amablemente a un hombre de mediana edad que lo miró con desconfianza
mientras entraba con él en el habitáculo.
Cuando llegó a la azotea, Morgan no se había movido un ápice. Una pila de
folios en blanco sujetados por una piedra descansaba junto a él, en una parte más
ancha de la balaustrada, mientras Morgan cogía uno tras otro, garabateando distraídamente,
para después plegarlos y entregarlos al viento.
-¿Has disfrutado de la estancia en mi pequeño parque de atracciones?-Le oyó
decir, elevando la voz por encima del viento, que rugía allí arriba de forma
poco amistosa.
-Quizás demasiado. Me gustaría quedarme.-Confesó Ceniza, en un tono más normal,
sentándose junto a él en la barandilla que delimitaba la azotea-Además, sigues
reclutando gente. Quiero saber el tipo de personas que pueden llegar a reunirse
allí. ¿Es nuevo este método?-Preguntó, observando como Morgan lanzaba otro
avión al aire.
-Es el habitual-Dijo Morgan, de un modo un tanto seco-Hoy es un buen día,
con un viento fuerte para expandir la oferta. Sé que aún hay demanda ahí fuera.
Con suerte hoy habrá alguien que dormirá algo más alegre. La gente normal solo
los recoge y los tira de nuevo.
-A mí me abriste la cabeza con un cenicero después de allanar mi casa.
-Considérate un VIP-Replicó Morgan, sin un atisbo de sonrisa en su cara-Vas
a quedarte con Razia, finalmente. Debí haberlo visto venir.
-¿Has hablado con ella?-Ceniza no hizo gesto alguno de arrepentimiento,
sino que mantuvo la mirada fija en los aviones que Morgan lanzaba,
constantemente.
-No hace falta. Es mi casa, se lo que pasa en ella-Morgan suspiró-Supongo
que Isela se lo ganó a pulso, pero temo que cualquier día consigas que se
apuñalen entre sí. Me gustaba más cuando Izela te había destrozado. Quiero
decir...Cuando te tenía bajo control.
-Y yo que creí que te preocupabas por mí-Murmuró Ceniza, sarcástico.
-Y me preocupo. Te habría tirado de la barandilla si no fueras tú hace un
rato-Aquello habría podido interpretarse como una broma si no fuera porque la
expresión de Morgan no cambió en lo más mínimo mientras pronunciaba aquellas palabras.
-No te pega toda esta parafernalia de padre agresivo y protector
-No lo estas entendiendo, chico. De toda la gente que podía elegir para
hacerla feliz, eres la apuesta menos segura. No eres estable. Eres un riesgo
que yo no quiero correr. Pero Razia es quien decide aquí-Suspiró resignado, y
giró la cabeza. Mirándole a los ojos-Eres como un hermano pequeño para mí. No
te odio. Al revés. Pero no me gusta la idea-Echó la vista al cielo y sonrió
ligeramente-De cualquier forma se veía venir. Sois tal para cual.
-Eres algo viejo para ser hermanos, Morgan-Sonrió Ceniza, a su vez.
-A partir de cierta edad, los años ya no cuentan. Además, soy más joven de
lo que probablemente quieras pensar-Dijo Morgan, más relajado, guiñándole un
ojo.
-¿Joder, como no me he dado cuenta de que eras su padre?-Dijo Ceniza, asqueado-
Hacéis las mismas expresiones estúpidas.
-Ni se te ocurra besarme, chico-Advirtió Morgan, cogiendo otra hoja de
papel y garabateando un poema distinto, distraído-Creo que no hace falta que te
diga cuál es la norma para quedarte en mi Limbo. Si algo le pasa, estás fuera.
Nadie ni nada va a tocarla.
Razia sabe cuidarse bien sola, mucho mejor que tú. Pero al menos te quiero
ver haciendo el esfuerzo. Y
Con mejores resultados que los que
obtienes intentando cuidar de ti mismo-Morgan hizo un gesto con la mano, con
aires de gánster-¿Capischi?
Ceniza puso los ojos en blanco, mientras agarraba un papel y sacaba un
bolígrafo de su bolsillo, garabateando un nuevo poema mientras Morgan
contemplaba su millonésimo avión partir. Ceniza lanzó el suyo, pensando si el próximo
habitante del Limbo vendría a causa de aquel poema. Se sonrió en silencio.
-Tuvo que ser difícil, Morgan
-Lo fue. Lo peor fue marcharse. En parte quiero creer que está en buenas manos,
y por otro lado soy incapaz de confiar en ti-la voz de Morgan adoptó un tono
menos seguro-Al menos aún conservo a Razia. Izela es otra historia. Vive aquí,
pero no la reconozco.
Supongo que después de ti ha habido otros muchos.
Y quizás no hayan salido tan bien parados de esto. Es mi hija, pero he de
reconocer que ha sacado el demonio que llevo dentro. Quizás sea incluso peor
que yo
-No fue tu culpa, Morgan.
-Nunca estuve ahí.
-Les has dado un sitio donde vivir. El limbo es el sitio que he estado
buscando toda mi vida. Sin ti, ahora no estarían en casa-Ceniza recogía otra
hoja del montón, distraído mientras miraba al cielo, gris, amenazante de
tormenta-Seguirían en un piso que pretenden llamar hogar, llorando contigo en
una cama de matrimonio. Trataste de darles lo mejor que tenías
-¿Alguna vez te ha dicho algo?-La boca de Morgan formaba una perfecta línea
recta, impasible.
-No te guarda rencor. Y tampoco creo que Izela lo haga. Crecieron bien. Lo
de princesas del Limbo se lo han ganado a pulso, no solo por herencia-Aseguró
Ceniza
El ambiente se relajó.
La espalda de Morgan estaba perceptiblemente menos tensa y el matiz de
tristeza en su voz había desaparecido por completo. Pareció animarse un poco, y
continuaron allí, mecánicamente, lanzando aviones al aire como cuerdas salvavidas,
que el viento repartía por toda la ciudad en patrones absurdos, llevándolos a
cada esquina, bar, puente, cloaca o vivienda que pudiera haber allí.
-A propósito-Murmuró Morgan-No has pisado aun los bares, ¿No?
-Me disponía a ello-Contestó Ceniza, sin prestarle mucha atención mientras cogía
otra hoja y se disponía a rellenar un avión más.
-Se comenta que hay un nuevo Ceniza en la ciudad. Algo así como una versión
macabra de ti. Igual de fuerte, igual de arrogante. Puede que más.
Pero creo que no comparte tus principios chico. Más bien al contrario.
-¿Ah,sí?-Ceniza enarcó una ceja, mientras continuaba escribiendo en el avión.
-Es todo lo contrario al ideal por el que estamos trabajando. Defiende que
es el mundo el que debería encajar en la gente como nosotros y lo imparte por
la fuerza.
Encárgate. Búscalo, conviértelo, siléncialo. No me importa. Es mala imagen
de la gente como nosotros y tengo suficiente con uno solo como tú.
Quiero a Razia fuera del asunto, aunque supongo que es algo que sobra decir,
después de nuestra breve charla.
-Ahora sí que pareces un Corleone, viejo-Dijo Ceniza, muy serio,
contemplando como el avión que acababa de lanzar caía al vacío, abandonado por
el viento que dejó de soplar por un instante.
-Algunos dicen que eres tú y que te has vuelto loco. Supongo que te
interesa proteger tu propia identidad, además de todo lo anterior-Morgan lo
miraba, detenidamente. Había dejado de hacer aviones.
-Pensaba hacerlo de todas formas-Dijo Ceniza, mirando al asfalto que se
extendía bajo sus pies, que colgaban de la barandilla-Siento una
curiosidad desmesurada. ¿Por quién debería preguntar?
Las palabras salieron de la boca de Morgan, acompañadas del rugido de un
trueno lejano, hendiendo la cargada atmosfera.
-Se hace llamar Negro.