Puesto que sigue un orden cronológico,es recomendable leer el blog partiendo de la primera entrada(La mas antigua publicada).
Bienvenido y...disfrútalo

viernes, 25 de abril de 2014

Tormenta

El avión de papel no tenía un diseño excesivamente complejo. Era sencillo, como los que solían hacer los críos en el orfanato. Apenas tres pliegues, rectos y sin florituras, lo suficiente para convertir la hoja en un objeto volador plenamente funcional.
Era la primera vez desde hacía semanas que Ceniza volvía al exterior. El aire fresco le había sentado bien y a todas luces, a pesar del titánico esfuerzo de Morgan, su pequeño mundo en miniatura carecía de muchas de las cosas que ofrecía el mundo real.
Echaba de menos su casa, a Damian, las noches de música y los paseos interminables por las calles.
El avión impactó contra su pecho cuando llevaba apenas un par de horas fuera, visitando de nuevo la ciudad. Era relativamente temprano y en un día festivo como aquel la gente no sentía un especial interés por pisar la calle.
Ceniza desdobló la hoja de papel, con cierta curiosidad. Tatuada de arriba a abajo con letras de trazo fino y elegante, rezaba alguna clase de poema, de ritmo roto y métrica inexistente que tanto se estilaba en los círculos del limbo

A raíz del viento, puñal de papel. ¿Acaso no sientes frío? Está bien en cualquier caso, pues significa que estas vivo. O como poco, agonizante. Víctima trágica de una comedia sin gracia alguna, drama individual rasgado del libro de una sociedad colectiva.
Si acaso alguna vez te sentiste solo, solamente, búscame.
Morgan

Ceniza miró hacia arriba, hacia el vértice de un imponente edificio de oficinas, donde colgaban las piernas de un hombre, de figura escuálida y desgarbada, que lanzaba distraído un avión tras otro al viento, recortándose contra un cielo grisáceo.
No fue difícil burlar al portero, que dormitaba en recepción sin reparo alguno a ser descubierto. Ceniza tomó el ascensor a la azotea sin dudar demasiado, saludando amablemente a un hombre de mediana edad que lo miró con desconfianza mientras entraba con él en el habitáculo.

Cuando llegó a la azotea, Morgan no se había movido un ápice. Una pila de folios en blanco sujetados por una piedra descansaba junto a él, en una parte más ancha de la balaustrada, mientras Morgan cogía uno tras otro, garabateando distraídamente, para después plegarlos y entregarlos al viento.

-¿Has disfrutado de la estancia en mi pequeño parque de atracciones?-Le oyó decir, elevando la voz por encima del viento, que rugía allí arriba de forma poco amistosa.
-Quizás demasiado. Me gustaría quedarme.-Confesó Ceniza, en un tono más normal, sentándose junto a él en la barandilla que delimitaba la azotea-Además, sigues reclutando gente. Quiero saber el tipo de personas que pueden llegar a reunirse allí. ¿Es nuevo este método?-Preguntó, observando como Morgan lanzaba otro avión al aire.

-Es el habitual-Dijo Morgan, de un modo un tanto seco-Hoy es un buen día, con un viento fuerte para expandir la oferta. Sé que aún hay demanda ahí fuera. Con suerte hoy habrá alguien que dormirá algo más alegre. La gente normal solo los recoge y los tira de nuevo.
-A mí me abriste la cabeza con un cenicero después de allanar mi casa.
-Considérate un VIP-Replicó Morgan, sin un atisbo de sonrisa en su cara-Vas a quedarte con Razia, finalmente. Debí haberlo visto venir.
-¿Has hablado con ella?-Ceniza no hizo gesto alguno de arrepentimiento, sino que mantuvo la mirada fija en los aviones que Morgan lanzaba, constantemente.
-No hace falta. Es mi casa, se lo que pasa en ella-Morgan suspiró-Supongo que Isela se lo ganó a pulso, pero temo que cualquier día consigas que se apuñalen entre sí. Me gustaba más cuando Izela te había destrozado. Quiero decir...Cuando te tenía bajo control.
-Y yo que creí que te preocupabas por mí-Murmuró Ceniza, sarcástico.
-Y me preocupo. Te habría tirado de la barandilla si no fueras tú hace un rato-Aquello habría podido interpretarse como una broma si no fuera porque la expresión de Morgan no cambió en lo más mínimo mientras pronunciaba aquellas palabras.
-No te pega toda esta parafernalia de padre agresivo y protector
-No lo estas entendiendo, chico. De toda la gente que podía elegir para hacerla feliz, eres la apuesta menos segura. No eres estable. Eres un riesgo que yo no quiero correr. Pero Razia es quien decide aquí-Suspiró resignado, y giró la cabeza. Mirándole a los ojos-Eres como un hermano pequeño para mí. No te odio. Al revés. Pero no me gusta la idea-Echó la vista al cielo y sonrió ligeramente-De cualquier forma se veía venir. Sois tal para cual.
-Eres algo viejo para ser hermanos, Morgan-Sonrió Ceniza, a su vez.
-A partir de cierta edad, los años ya no cuentan. Además, soy más joven de lo que probablemente quieras pensar-Dijo Morgan, más relajado, guiñándole un ojo.
-¿Joder, como no me he dado cuenta de que eras su padre?-Dijo Ceniza, asqueado- Hacéis las mismas expresiones estúpidas.
-Ni se te ocurra besarme, chico-Advirtió Morgan, cogiendo otra hoja de papel y garabateando un poema distinto, distraído-Creo que no hace falta que te diga cuál es la norma para quedarte en mi Limbo. Si algo le pasa, estás fuera. Nadie ni nada va a tocarla.
Razia sabe cuidarse bien sola, mucho mejor que tú. Pero al menos te quiero ver haciendo el esfuerzo. Y
 Con mejores resultados que los que obtienes intentando cuidar de ti mismo-Morgan hizo un gesto con la mano, con aires de gánster-¿Capischi?

Ceniza puso los ojos en blanco, mientras agarraba un papel y sacaba un bolígrafo de su bolsillo, garabateando un nuevo poema mientras Morgan contemplaba su millonésimo avión partir. Ceniza lanzó el suyo, pensando si el próximo habitante del Limbo vendría a causa de aquel poema. Se sonrió en silencio.

-Tuvo que ser difícil, Morgan
-Lo fue. Lo peor fue marcharse. En parte quiero creer que está en buenas manos, y por otro lado soy incapaz de confiar en ti-la voz de Morgan adoptó un tono menos seguro-Al menos aún conservo a Razia. Izela es otra historia. Vive aquí, pero no la reconozco.
Supongo que después de ti ha habido otros muchos.
Y quizás no hayan salido tan bien parados de esto. Es mi hija, pero he de reconocer que ha sacado el demonio que llevo dentro. Quizás sea incluso peor que yo
-No fue tu culpa, Morgan.
-Nunca estuve ahí.
-Les has dado un sitio donde vivir. El limbo es el sitio que he estado buscando toda mi vida. Sin ti, ahora no estarían en casa-Ceniza recogía otra hoja del montón, distraído mientras miraba al cielo, gris, amenazante de tormenta-Seguirían en un piso que pretenden llamar hogar, llorando contigo en una cama de matrimonio. Trataste de darles lo mejor que tenías
-¿Alguna vez te ha dicho algo?-La boca de Morgan formaba una perfecta línea recta, impasible.
-No te guarda rencor. Y tampoco creo que Izela lo haga. Crecieron bien. Lo de princesas del Limbo se lo han ganado a pulso, no solo por herencia-Aseguró Ceniza

El ambiente se relajó.
La espalda de Morgan estaba perceptiblemente menos tensa y el matiz de tristeza en su voz había desaparecido por completo. Pareció animarse un poco, y continuaron allí, mecánicamente, lanzando aviones al aire como cuerdas salvavidas, que el viento repartía por toda la ciudad en patrones absurdos, llevándolos a cada esquina, bar, puente, cloaca o vivienda que pudiera haber allí.

-A propósito-Murmuró Morgan-No has pisado aun los bares, ¿No?
-Me disponía a ello-Contestó Ceniza, sin prestarle mucha atención mientras cogía otra hoja y se disponía a rellenar un avión más.
-Se comenta que hay un nuevo Ceniza en la ciudad. Algo así como una versión macabra de ti. Igual de fuerte, igual de arrogante. Puede que más.
Pero creo que no comparte tus principios chico. Más bien al contrario.
-¿Ah,sí?-Ceniza enarcó una ceja, mientras continuaba escribiendo en el avión.
-Es todo lo contrario al ideal por el que estamos trabajando. Defiende que es el mundo el que debería encajar en la gente como nosotros y lo imparte por la fuerza.
Encárgate. Búscalo, conviértelo, siléncialo. No me importa. Es mala imagen de la gente como nosotros y tengo suficiente con uno solo como tú.
Quiero a Razia fuera del asunto, aunque supongo que es algo que sobra decir, después de nuestra breve charla.

-Ahora sí que pareces un Corleone, viejo-Dijo Ceniza, muy serio, contemplando como el avión que acababa de lanzar caía al vacío, abandonado por el viento que dejó de soplar por un instante.

-Algunos dicen que eres tú y que te has vuelto loco. Supongo que te interesa proteger tu propia identidad, además de todo lo anterior-Morgan lo miraba, detenidamente. Había dejado de hacer aviones.

-Pensaba hacerlo de todas formas-Dijo Ceniza, mirando al asfalto que se extendía  bajo sus pies, que colgaban de la barandilla-Siento una curiosidad desmesurada. ¿Por quién debería preguntar?

Las palabras salieron de la boca de Morgan, acompañadas del rugido de un trueno lejano, hendiendo la cargada atmosfera.

-Se hace llamar Negro.

jueves, 3 de abril de 2014

Jodidos

La habitación de Hoguera era mucho más amplia de lo que Ceniza había esperado.
A diferencia del ala nocturna, esta si tenía ventanas.
Aunque aquello se trataba más bien de un enorme tragaluz circular, ubicado en el techo, que dejaba ver el cielo desde la ancha cama de Hoguera, la cual dormía a su lado con los labios reposando sobre su cuello, haciéndole ligeras cosquillas con cada aliento.
Había pasado todo demasiado rápido y Ceniza tenia los engranajes de su cabeza destrozados por la constante revolución a la que habían sido sometidos.
La asfixia, la pelea, el Limbo, la falta de sueño...K.
El cielo nocturno era como un baño caliente, que desprendía el óxido de aquella maquinaria.
"Te propusiste hacer un mundo nocturno y te dejaste las estrellas, Morgan. Quizás esto superaba el presupuesto ¿no?" Pensaba calmado.

La respiración de Hoguera empezó a aumentar drásticamente y Ceniza giró la cabeza, intrigado. Ella no tardó en abrir los ojos con un respingo. Su respiración bajó de nuevo y miró a Ceniza con los ojos entornados, sin decir una palabra.
-¿Tan difícil soy de reconocer?-Murmuró Ceniza
-Estaba asegurándome de que me había despertado de una vez. Y de que le gané el pulso a mi hermana. Si por fin he conseguido despertarme, todo apunta a que lo hice-No levantó la cabeza de la almohada, mientras abría del todo los ojos-Al menos el hecho de que duermas conmigo y no con ella.

Ceniza volvió a girar la mirada al tragaluz, incómodo.
Su tiempo de reacción al ataque de K no había sido el mejor, desde luego. Pero la situación ya había sido lo bastante difícil como para poner un contador.
-Aún no me creo que seáis hermanas. Y dicen que tampoco es que os profeséis un amor fraternal excesivo.
-Ella tiene sus razones y yo tengo las mías.

Ceniza le dirigió una mirada interrogativa. Ella se tumbó boca arriba y desvió la mirada al tragaluz, con sus labios formando una línea recta.
-No tienes derecho a preguntar esto. No tienes por qué saberlo-Podía notar su tensión en cada centímetro de piel que rozaba su cuerpo. Podía sentir como se iba prendiendo ante aquella nimia intrusión-Joder, aún ni siquiera se...
-Michael. Michael Clive-Ceniza cerró los ojos con un suspiro resignado.

Hoguera giró la cabeza bruscamente, mirándolo con una expresión totalmente distinta en la cara.

-Michael Clive-Repitió Ceniza-Ya ni siquiera suena como si hablara de mí. Es ridículo. Ni siquiera se tu nombre ¿no es lo que ibas a decir? No es la primera vez que lo mencionas.
Pensé que igual debía ser importante para ti
13 de Noviembre de 1993.Probablemente más joven de lo que tú esperabas.Hijo de Nara y de Jack, daneses.-Ceniza no apartaba la vista del tragaluz mientras continuaba hablando. Como si recitara una hoja impresa que hubiera memorizado-Huérfano a los 6.Un accidente de coche.

 Crédulo, inquieto y curioso. Con una infancia relativamente feliz y una escapada del orfanato a los 16.Tuve que volver a los dos meses hasta que conseguí dejarme barba y falsificar un carnet para aparentar ser mayor de lo que era a los 17 para conseguir algunos trabajos de poca monta antes de tiempo.

Mis amigos, el entorno...comenzó a hastiarme.
Me fui de allí pensando que afuera las cosas funcionaban de otra forma, y conocí gente nueva. No todos buenos. Pero hubo gente importante. Negro, Vendetta, Ruidos...Desde que dejé el orfanato nadie usaba sus nombres. Nunca nadie preguntaba como comíamos. Como dormíamos en casas.
Por qué medios.
No era lícito. Pero la comida se compartía. Los pisos, a menudo, cuando escaseaba el dinero, también.
Me llamaron Chispa. Me encantaba jugar con el fuego y bromear constantemente. Era un apodo fácil, pequeño y revoltoso.

Tuvimos que crecer más rápido que el resto pero yo siempre fui un crío.
Ruidos me enseñó la música, Vendetta, a como reírme de como todo podía salirlos mal solo por ser nosotros.
Negro...Negro me enseñó.
Hasta que llegó tú hermana.
No se llamaba K por aquel entonces. Se presentó como Izela y yo pensé que sería algún tipo de nombre eslavo.
En aquella temporada yo tenía alquilado algo para mí solo, dado que mi trabajo me lo permitía
Ella estaba dando vueltas en círculos en torno a una plaza, con los ojos rojos e hinchados y a mí no se me ocurrió otra cosa que invitarla a casa tan pronto me confesó que no tenía donde dormir.

Lloraba. Bastante.
Todas las noches. Yo dormía en el suelo y fue así durante un mes hasta que decidí abrazarla una noche, a las 3 de la mañana. Pensé que dejaría de llorar pero solo conseguí que lo hiciera más fuerte. Durante el día, pasaba tiempo conmigo.
Me seguía a todas partes aunque a veces desaparecía por semanas y yo no volvía a saber de ella.
Cuando volvía, invariablemente lloraba. Todas las noches Yo la abrazaba y lloraba más. Y por el día, de nuevo lo mismo.
Tras uno de esos lapsos de tiempo, ella volvió a verme.
Yo ya estaba acostumbrado a aquella inconstancia, pero aquella fue la primera noche que no lloró.
En su lugar, en vez de acurrucarse en mi cuello, lo mordió. Casi con miedo.
Yo nunca había hecho aquello. Nunca. Por como actuaba, ella seguramente tampoco. Fue torpe e ineficaz, pero me sentí conectado a alguien por primera vez en mi vida.

Aquello fue el comienzo de un amor...O co-dependencia, o analgésico, como quisieras llamarlo, que duró hasta que mi desidia por el mundo empezó a separarme de Ruidos, a quien se llevó la droga. De Vendetta, que emigró a un país mejor.
De Negro...que se parecía demasiado a mi como para poder convivir con alguien como yo.
Todo se derrumbaba mientras ella aún seguía allí.
En vez de derrumbarme del todo y aprender a volver a empezar, mi mundo fijó su centro en ella.

Yo no sabía que pasaba cuando ella salía de casa y nunca pregunte.
Ella tuvo el detalle de hacer lo propio, pero cada vez se daba más aquella escena de un Chispa sentado frente a la puerta principal, esperando a que ella volviera. Al fin y al cabo, era la única persona a la que esperar.
Todo giró tanto que, a veces, yo era quien lloraba y ella quien esperaba, abrazándome pacientemente.
Pero aquello le encantaba.

Yo estaba en la palma de su mano y nunca vi razones para que fuera de otra forma. Y ella cada vez se veía más en su derecho de emplearlo.
Supongo que un día la subordinación mató todo lo que podía sentir por mí.
En una de sus escapadas, no volvió. Nunca se lo reproché, pero la chispa que quedaba en mi vida se apagó, dejando solo Ceniza.
Michael Clive no duró mucho en el mundo, como tampoco lo hizo Chispa.
Pero si son nombres lo que querías...Ya conoces todos los que he tenido.

Ceniza calló. En silencio, el aire dejó sus pulmones despacio. Apenas se movió durante un cuarto de hora. Hoguera respiraba, despacio también, como si pudiera romperlo después de todo aquello si expulsaba el aire con demasiada violencia.
Pensó en todo lo que había pasado aquellos días, en aquella camarera. En todas las chicas que pasaban por su apartamento. Todas las acciones de Ceniza, despegadas de ella, enigmáticas, distantes, que empezaban a formar un grito de libertad, de oposición a volver a ser el trofeo, la posesión.
Recordó como lo había reclamado como suyo la noche anterior. Como acababa de obligarlo a destapar su vida desde los cimientos. Como estaba, de algún modo, intentando confinarlo.
Y como él, después de haber visto su vida destrozada por algo como aquello, no había dicho una sola palabra. No se había resistido, finalmente.
Como miraba al cielo, desde las sábanas de su habitación.
-No quiero tener ningún derecho sobre ti.
-Yo tampoco quiero dártelo. Pero esta era la última prueba de fe, supongo. Tienes mi nombre. Tienes mi historia. Y me he vuelto a vender al mejor postor. Vuelvo a estar cogido por la yugular-Resopló el, resignado, como un jugador de ajedrez empujando a su rey a la rendición.
-Definitivamente, eres estúpido.
Ceniza sonrió.
-¿Por dejarme coger por la hermana de la mujer que echó todo por tierra la última vez?
Hoguera se colocó sobre él y lo miró a los ojos, con la boca contraída en una mueca irónica y juguetona.
-¿Así que ahora eres mío, ah?
Tú, por quien me he pasado noches enteras pensando en quién dormirá a tu lado y en como seguramente no me llega a la suela de los zapatos.
Tú, por quien he llorado en una sala de hospital con la ropa llena de sangre y dejando de lado a mis amigos
 Tú, por quien he golpeado y desafiado a mi propia hermana de sangre.
Tú. La única persona que me ha visto despertar por las mañanas. La única persona que ha sido capaz de retenerme más de una noche. Más de una semana. Más de lo que nunca consideré sano quedarse

Ceniza enmudeció de repente, abriendo los ojos y borrando la sonrisa de su cara. La miró, con una nueva expresión en la cara. Idéntica a la que había tenido Hoguera cuando el comenzó con su historia

-Nunca te has parado a pensar esto, pero estoy tan jodida como tú maldito inútil-Dijo ella, casi con rabia, mientras acercaba su cara a la de Ceniza-Soy Razia Dahvin. Kiev. 24 de Octubre de 1994.Seguramente más joven de lo que tú creías-Dijo ella, con un deje de burla en la voz-Mi madre nos crio desde pequeñas y fue nuestra guía, nuestro principal apoyo.

Mi padre nos quería. Con locura. Se le notaba al hablar. Al abrazarnos. Al contestar cada vez que reclamábamos su atención.
Pero nunca estuvo ahí todo lo que habrían requerido dos crías pequeñas. Escribía, se tiraba largas horas en su estudio. Vagaba, bajaba a los bares a discutir y dialogar con mil personas distintas. Murmuraba, siempre en constante inquietud.
Mi madre fue un apoyo más estable. Al menos lo fue hasta que le diagnosticaron un cáncer de mama. El último año que pasó con nosotros fue como si alguien nos extrajera la fuerza con una jeringuilla. La familia perdía su fuerza
Mi padre se encerraba cada vez más en su estudio y cuando mamá murió, ni siquiera se dignaba a salir. Se limitaba a dejar el estudio por las noches y meterse en la cama de matrimonio, que habíamos comenzado a llenar nosotras dos en un intento por paliar la pérdida.
Los tres solíamos llorar. Supongo que Izela cogió de ahí su costumbre. Ella se sentía inútil, como si de verdad pudiera haber hecho algo por mamá. Supongo que por eso empezó a abandonar la casa los fines de semana.
Los lunes, los martes. A veces los miércoles.

A veces solo volvía por las noches y papá no se atrevía a preguntar. La dejaba entrar en la cama y dormir con nosotros. Supongo que ahora sé a dónde iba cuando desaparecía de casa.
Sentía tanta desesperación, tanta culpa e impotencia, que cuando apareciste allí, firme, seguro y a su total disposición, no supo manejarte.
El hecho de que pudiera ejercer el control sobre un parámetro de su vida debió ser más de lo que supo controlar y tú pagaste por ello.

Yo me quedé con papá y nunca perdone a Izela que se fuera, por su propia cuenta, dejándonos solos allí. Perdiendo a una hermana, además de a una madre.
Supongo que fue más de lo que papá pudo soportar, así que me dejó con mis tíos y emigró a Alemania, pidiéndome que buscara a mi hermana y cuidara de ella.
Que la llevara con mis tíos
Que papá no iba a dejar que estuviéramos solas nunca más. Sinceramente, yo no me fiaba de su palabra, pero la acción más humana que se me ocurrió acometer en aquel momento fue permitir que intentara enmendarse, aunque no hubiera tenido la culpa de nada.
Yo no duré ni dos meses en aquella casa. Ellos nunca tuvieron un problema conmigo, ni yo con ellos, pero aquella casa me...Hastiaba.

Y por primera vez, empecé a pensar en mí en vez de en proteger a mi hermana y mi padre.
Salí de allí y me di al mundo. ¿Qué voy a contarte? Nada que no sepas sobre la vida por tu cuenta.
Damian me encontró y durante unos años, viví en el bar, en la trastienda, con aquel viejo amargado que había pasado a ser otro miembro de mí ya muy dispersa familia.

Y te encontré, no mucho después. En el fondo de una negra jarra, tirada en una mesa y aburrida de la vida, vino el chico de la sonrisa arrogante y la labia torpe.
Y me dije, hey ¿Por qué no? Parece divertido. Jamás pensé que eras tan serio. Ni que tu vida había llegado a estos puntos. Ni mucho menos que ibas a cogerme de la yugular-Murmuró ella, bajando su boca hasta su cuello.-Pero ambos estamos jodidos. Y...Por alguna razón, no parece tan malo. Aunque seas inestable. Aunque estés medio roto.
Eres morfina en un mundo de puro dolor. Y como cualquier adicción, esto no es sano. Pero creo que podríamos salir vivos de esta

Ceniza la miró.
Vio un destello claro en su pelo, arrancado por la luna que brillaba tras ella, en el redondo tragaluz. Su pelo casi parecía rubio. Sus rasgos casi parecían...
"Nunca ha tenido nada que ver, Ceniza. No podría tener el pelo más negro. No podría tener los labios más rojos. No podría haber depuesto las armas de una forma más clara que de la que lo ha hecho. Se ha vendido de la misma forma que lo has hecho tú y sabes que ella esperaría ante la puerta igual que Chispa hacía en las tardes. Esta vez, sois iguales
Esta vez, los dos habéis caído en la misma mierda. Y precisamente por eso, con ella estas seguro. ¿Quién sabe? Podríais salir vivos. La chica tiene razón."

-Saldremos vivos-murmuró Ceniza, en su oído, despacio.
El viento rugió afuera, como había hecho tiempo atrás en su balcón. Cuando ella aún no lo conocía y aún a ciegas, permaneció a su lado.
Una parte de su cabeza despertó despacio, abriendo paso a una incógnita aún no resuelta.

-¿Que fue de tu padre, Hoguera?-Preguntó Ceniza, sintiendo el lento pasear de los labios de Hoguera por su cuello.
-Mi padre volvió de Alemania habiendo empleado todo su ingenio y esfuerzo en prosperar. Algo que el siempre había aborrecido desde el fondo de su alma.-Dijo ella, sin dejar de deslizar su boca por el cuello de Ceniza, casi con desinterés-Cuando regresó, trajo dinero suficiente como para edificar un enorme edificio, excéntrico y estrafalario como pocos.
Devolvió a casa a sus dos hijas en discordia y les dio una nueva familia, hecha de los fragmentos que una vida irónica y sin sentido había ido recortando de familias e historias desgastadas.
Personas como ellas dos
Todos esos bichos raros, rotos y perdidos se reunieron bajo un mismo techo, compartiendo su desgracia y su experiencia, su odio por un mundo estúpido y ridículo-Su boca ascendió despacio hasta alcanzar el lóbulo de su oreja y juguetear con el-Sabios como pocos, heridos como ninguno.
Así que su mundo se separó de aquel que odiaban y crearon una nueva realidad.
Lo llamaron Limbo-Susurró en su oído Hoguera, con un matiz juguetón-Soy Razia Dahvin, hija de Morgan.
Princesa del Limbo

Y diciendo esto, se abalanzó sobre él.