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domingo, 22 de diciembre de 2013

Costumbres

Le faltaban unos pocos dientes y los que le quedaban eran de todo menos blancos.Los pantalones no podían tener mas agujeros y cabía mas el nombre de jirones que cualquier otro a la hora de referirse a ellos.
Una chaqueta vieja y el olor a sudor eran el complemento final,acompañando a un cartel de cartón que apelaba a la caridad,mientras la gente recorría la calle ignorándolo con sorprendente habilidad,como si aquella capa de mugre hubiera conseguido finalmente camuflarlo con el sucio pavimento.

-¿Y así todos los días?
-Así todos.La gente no se acuerda de que alguna vez llevé traje y me trataban de usted.Pero tampoco se les puede culpar¿ellos que saben?.Y al fin y al cabo a quien le importa.Yo tampoco me paraba a echar nada en las tazas de los que mendigaban entonces.Solo han pasado cuatro años y parece una eternidad.
El karma,dicen
-Las cosas cambian así,de la noche a la mañana.Aunque todos creemos que la vida se portará mejor con nosotros que con el resto-Ceniza se había acomodado allí,sentado en el suelo y con la espalda apoyada en la pared de aquel banco,justo al lado del cajero automático-¿Que pasó?
-Lo de siempre.A uno le echan del trabajo y ya esta viejo para estas cosas.Primero pierdes el coche,luego la esposa,después la casa y mas tarde la dignidad.Aunque mirándolo por el lado bueno,el cartón ya no me lo quitan.Creo que tuvieron suficiente-La carcajada que salió de aquella garganta acabo trocada en una tos seca,que se volvía incontrolable para el mendigo a medida que aumentaba de cadencia.
-No suena nada bien,viejo-Le miró Ceniza,con ojo crítico.
-Y sonará peor-le contestó,conteniendo el ataque a duras penas y secándose la boca con un kleenex que sacó de su bolsillo,arrugado y con manchas-El señor que se hace cargo del cajero se dió cuenta de que duermo en el soportal del banco todas las noches y me da la sensación de que no le hizo mucha gracia.
Y este invierno es ya muy frío y yo muy viejo.Luego dicen que es navidad,muchacho.
-Si-Suspiró Ceniza,observando el cielo gris que amenazaba mas tormenta-Y dicen que es Navidad.
-Me da miedo preguntarlo pero¿que haces aquí muchacho?-El viejo le miró con curiosidad-No es que me moleste que alguien me hable de vez en cuando.Pero la experiencia me dice que nunca queréis nada bueno.Y menos aún los jóvenes
-¿Te parezco peligroso?
-Me pareces inusual.Y por lo tanto,peligroso,chico.Pero la gente como tu suele venir de noche,cuando no hay gente y no se suele entretener hablando.Mas bien molestando,o dificultando la ya difícil tarea de conciliar el sueño en la calle.
-Aun no sabes como es la gente como yo.
-Espero equivocarme.-Suspiró el mendigo,frotándose los brazos para calentarse un poco mejor-Y que solo seas el raro del barrio.
-El raro del barrio da una moneda mas en tu taza si dejas de quejarte y me hablas de ti.
El viejo le miró alzando las cejas en señal interrogante.Las moneda cayó en la jarra,mas vacía que llena al tiempo que la barba del viejo temblaba,acompañando a su desdentada boca que se movía narrando la historia de mil noches en el frío de una calle peatonal.

Subía la escalera del bloque con parsimonia,con la cena envuelta en papel albal y rebosando calor desde la bolsa de plástico,mientras el olor a pollo asado invadía su nariz,luchando con el aroma del cientos de cenas emanando de las puertas de cada descansillo,hablando de gambas a la plancha,cochinillo y entrantes varios,gritando opulencia por cada escalón del bloque.
Junto con aquellos olores,le llegaron los murmullos apagados de dos vecinos,discutiendo en el descansillo superior.
-...A saber de donde saca el dinero-calvo,con una incipiente barriga escondida bajo un jersey de punto,el señor del 4º A murmuraba encendido-Creo que ni siquiera ha pagado este mes.¿Por que demonios no le han echado ya de aquí?
-A saber.El casero nunca ha dado explicaciones pero esta claro que a ninguno nos gusta.Y a saber lo que hace ahí dentro.Lo único que se oye cada dos por tres es esa música de mierda retumbando-El del 4º C tampoco parecía muy contento y era una copia furibunda de su interlocutor,con la misma calvicie y forma oronda,aunque unos rasgos mas redondos y una tez mas amoratada,encendido por la discusión.
-He pagado el mes,el casero no tiene por que darles explicaciones y la única mierda de esta planta la tiene usted en las orejas-Replicó Ceniza con cansancio mientras doblaba el recodo de escalera y se encaminaba hacia arriba.
El sobresalto en ambos gordos fue tangible,pero ninguno de ellos se dejó amilanar y lejos de callarse,prorrumpieron en exclamaciones y quejas,mientras uno de ellos hacía un gesto amenazante.
-Estamos muy hartos de ti y de gentuza de tu calaña por aquí. Ni siquiera eres capaz de tener un mínimo de respeto con los vecinos-replicó uno de ellos,visiblemente indignado por la observación realizada sobre su criterio musical.
-Los vecinos no merecen el respeto de gentuza de mi calaña.Menos aun si se reunen en la puerta de mi casa a hablar mal de mi.Creo que tengo derecho,como poco,a faltarle al respeto a usted y a cualquiera que se crea en posición de criticarme a mi y a mi estilo de vida
-¿Tu estilo de vida?-el otro vecino intervino exaltado,con un tono de voz no mas bajo que el del anterior-Déjame ver,vives sólo,vistiendo ropa rota y raída que sacas de dios sabe donde,con un dinero que,muy seguramente viene de medios dudosos,preocupandote poco o nada por la gente que te rodea mas allá de molestarles mientras te drogas y traes a zorras de tres al cuarto a pasar la noche aquí.
¿Que se supone que hay que respetar de ese estilo de vida?
 
La puerta de 4º B se abrió inesperadamente,dejando ver una figura encorvada y renqueante apoyada en el marco de la puerta.Un cierto olor a sudor y suciedad impregnó el descansillo y cambió las caras de ira de ambos vecinos por otras de irremediable asco.
-¿Pero que cojones es esto?-Exclamó uno de ellos,mas indignado todavía si cabe.
-Mire señor,yo...-El mendigo comenzó a hablar pero Ceniza le hizo un gesto con la mano,indicándole que parara.

-Ahora déjeme prejuzgarle de la misma forma que usted acaba de hacerlo-Contestó,de forma calmada la voz de Ceniza,resonando por el descansillo con sorna-Es usted un estúpido patán cualquiera en una empresa cualquiera a la que va todas las mañanas porque cree que es lo digno y correcto para mantener sano y vivo su enorme culo encima de un sofá.
Se queja de todo y no soluciona nada,mientras amasa cosas que no necesita y malcría a dos hijos por encima de sus propias posibilidades y se dispone a criticar mi "vida de mierda" antes de ponerse a reventar con trescientos platos y otros tantos postres,con una familia que se sonríe en navidades y deja de verse el resto del año,para después tirar lo que sobre a la basura mientras murmura mierda sobre esa misma familia,o pretende ser feliz mientras se mete en la cama hasta el culo de Cava.
Después,el resto del año,seguirá siendo el mismo hijo de puta que ahora,con las mismas aspiraciones y las mismas tonterías de siempre y yo tendré que aguantar sus estupideces de como no contribuyo a la sociedad,de como soy la lacra de un país como este y la gente como yo debería patear los vertederos en busca de jeringas y coca.

El silencio se hizo en el descansillo,aunque pudo oír como algunos curiosos se agolpaban en la escalera,atraídos por el ruido de la discusión que resonaba a pesar del tono de voz de Ceniza.

-Esas son sus costumbres.Esa es su cultura.Y probablemente mi juicio tenga considerablemente más exactitud que el suyo.
Por que ni soy un drogadicto,ni las mujeres que duermen conmigo son zorras,ni me preocupo de la gente solo para dar por culo.Es mas,ni siquiera es asunto suyo.
Pero si tanto les molesta la presencia del señor-hizo un gesto hacia el mendigo,que cambiaba el peso de una pierna a otra en el umbral de la casa- les diré que mi abuelo acostumbraba a bajar a la calle en navidades y comprar un par de zapatos junto a la cena de navidad.
Mientras mi abuela cocinaba,el salía a la calle de nuevo y subía a su casa al primer indigente que era capaz de encontrar y que no desconfiaba de su persona.
Lo duchaba,lo afeitaba y lo sentaba a comer con su familia.Le procuraba ropa y le colocaba aquel par de zapatos nuevos.
Y lo dejaba dormir en casa aquella noche.
Esa era su costumbre.Su cultura.
La que yo heredé.
Ahora preguntele a el quien merece ser llamado gentuza.
Y reze por que si algún día se encuentra durmiendo en un soportal,la gente de mi calaña sea capaz de encontrarlo.
Quizás no tenga dinero.Pero no venga a joderme con sus gilipolleces.
Venga viejo,se enfría la cena.

El portazo fue audible por todo el descansillo,mientras el olor del pollo asado abandonaba el amalgama y el estupor recorría el bloque desde la puerta al tejado.

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